La industria de los videojuegos ha evolucionado enormemente desde sus humildes inicios hasta convertirse en una de las formas de arte y entretenimiento más influyentes del siglo XXI. A lo largo de décadas, miles de títulos han competido por la atención de los jugadores, pero solo unos pocos alcanzan el estatus de obras maestras atemporales. En este artículo, analizaremos los mejores videojuegos de la historia según diversas fuentes críticas reconocidas.
Hemos recopilado rankings de medios especializados como IGN y Metacritic, además de votaciones realizadas por cientos de expertos en la materia. El resultado es un consenso que representa las opiniones de críticos, desarrolladores y jugadores apasionados que han dedicado innumerables horas a explorar estos mundos virtuales que han definido generaciones.
IGN, uno de los medios más influyentes en el mundo de los videojuegos, ha elaborado una exhaustiva lista evaluando cada título según dos criterios fundamentales: su calidad en el momento del lanzamiento y su capacidad para seguir resultando divertidos en la actualidad. Esta metodología busca identificar aquellas experiencias que trascienden las limitaciones técnicas de su época para ofrecer mecánicas de juego atemporales.
En lo más alto de su ranking encontramos The Legend of Zelda: Breath of the Wild, un título que revolucionó los mundos abiertos con su libertad sin precedentes. Le siguen Super Mario World, cuya jugabilidad perfectamente calibrada sigue siendo referencia para el género de plataformas, y Portal 2, alabado por su brillante diseño de puzles y su narrativa ingeniosa. Otros títulos destacados incluyen A Link to the Past, Super Metroid y Mass Effect 2, juegos que establecieron nuevos estándares en sus respectivos géneros.
La lista de IGN refleja una notable diversidad, abarcando desde clásicos como Super Mario Bros. 3 hasta experiencias modernas como Hades y Red Dead Redemption 2. Esta variedad demuestra que la excelencia en el desarrollo de videojuegos no está limitada a una era o plataforma específica.
Metacritic representa uno de los sistemas de evaluación más respetados en la industria, ya que recopila y promedia las puntuaciones otorgadas por críticos profesionales de todo el mundo. Este enfoque ofrece una visión consensuada que minimiza los sesgos individuales, proporcionando un indicador confiable de la calidad de un juego.
The Legend of Zelda: Ocarina of Time ostenta la puntuación más alta de la historia con un impresionante 99 sobre 100, un logro que ningún otro título ha conseguido igualar en más de dos décadas. Este juego revolucionó la transición a las tres dimensiones para las aventuras de acción, estableciendo convenciones que siguen vigentes hasta hoy.
Sorprendentemente, Tony Hawk's Pro Skater 2 ocupa el segundo puesto con 98 puntos, demostrando la perfección de su sistema de control y su adictiva jugabilidad. Comparte esta puntuación con Grand Theft Auto IV y SoulCalibur, títulos que destacaron por su innovación técnica y mecánicas refinadas. Las dos entregas de Super Mario Galaxy, Red Dead Redemption 2 y juegos deportivos de gran impacto comercial completan un top 10 dominado por experiencias inmersivas y técnicamente impecables.
La revista GQ realizó un ambicioso proyecto reuniendo a 300 expertos de la industria, incluyendo periodistas especializados, desarrolladores veteranos y populares streamers. Esta diversidad de perspectivas buscaba crear un ranking que representara todas las facetas del mundo de los videojuegos, desde la visión creativa hasta la experiencia del jugador.
El resultado coronó nuevamente a Breath of the Wild como el mejor videojuego de la historia, seguido por The Last of Us, cuya narrativa cinematográfica redefinió las posibilidades del medio para contar historias emocionalmente complejas. En tercer lugar aparece Tetris, un título que con su elegante simplicidad ha resistido el paso del tiempo mejor que ningún otro.
Esta lista equilibra magistralmente la innovación contemporánea con el reconocimiento a los clásicos fundacionales. Half-Life 2 y Ocarina of Time representan la era dorada de la revolución 3D, mientras que títulos más recientes como The Witcher 3 demuestran la madurez que ha alcanzado el medio en términos de narrativa y construcción de mundos. La presencia de Bioshock y Resident Evil 4 reconoce aquellas experiencias que reinventaron sus respectivos géneros con propuestas arriesgadas pero brillantemente ejecutadas.
Uno de los enfoques más ambiciosos para determinar los mejores videojuegos de la historia proviene del análisis estadístico realizado por un jugador que recopiló y procesó más de 700 rankings diferentes. Esta metodología busca eliminar sesgos individuales mediante la pura fuerza de los números, creando lo que podríamos considerar el consenso más amplio posible sobre la excelencia en los videojuegos.
El resultado de este monumental esfuerzo muestra notables similitudes con otras listas. Breath of the Wild vuelve a ocupar el primer puesto, confirmando su estatus como la obra maestra definitiva del medio según la crítica contemporánea. The Last of Us y Tetris completan el podio, seguidos por Half-Life 2 y Ocarina of Time.
Lo más interesante de esta lista es su abrumadora coincidencia con el ranking de GQ, compartiendo exactamente los mismos diez primeros puestos. Esta correspondencia sugiere que, cuando se amplía suficientemente la muestra de opiniones, emerge un consenso sorprendentemente sólido sobre qué juegos representan los mayores logros del medio. Las pequeñas diferencias con otras listas pueden atribuirse a los distintos criterios de evaluación y al peso dado a factores como la innovación técnica frente a la influencia cultural.
Este análisis asignó puntos a cada juego según su posición en las diferentes listas, compensando factores como la antigüedad de los rankings y la autoridad de las fuentes. El resultado es probablemente el estudio más exhaustivo jamás realizado sobre la excelencia en el desarrollo de videojuegos.
Al examinar las diversas listas de críticos y expertos, ciertos títulos aparecen con llamativa frecuencia entre los primeros puestos, trascendiendo diferencias geográficas y generacionales. Esta constancia sugiere que poseen cualidades universalmente reconocidas que los elevan sobre el resto.
The Legend of Zelda: Breath of the Wild representa el consenso más claro, apareciendo en lo más alto de prácticamente todas las listas modernas. Su revolucionario enfoque de la exploración en mundo abierto ha redefinido las expectativas para el género. Ocarina of Time, de la misma saga, mantiene un respeto similar por su perfecta transición del 2D al 3D.
Otros títulos que aparecen consistentemente incluyen The Last of Us, cuya narrativa emocionalmente impactante elevó las posibilidades del medio para contar historias maduras, y Half-Life 2, que estableció nuevos estándares para la inmersión en primera persona. Super Mario 64 permanece como el título que definió el lenguaje de las plataformas tridimensionales, mientras que The Witcher 3 representa la culminación del género de rol occidental con su complejo entramado de decisiones morales.
Esta consistencia demuestra que, a pesar de la subjetividad inherente a toda evaluación artística, existe un consenso notable sobre qué experiencias representan los mayores logros del medio.
Más allá de títulos individuales, ciertas franquicias han mantenido una calidad excepcional a lo largo de múltiples entregas, definiendo géneros enteros y estableciendo los estándares contra los que se miden sus competidores. Estas sagas representan la columna vertebral de la historia de los videojuegos.
The Legend of Zelda ocupa indiscutiblemente un lugar privilegiado, con múltiples entregas consideradas obras maestras absolutas. Desde su revolucionario título original hasta A Link to the Past, Ocarina of Time, Wind Waker y Breath of the Wild, la saga ha reinventado constantemente las aventuras de acción mientras mantiene una identidad inconfundible.
Super Mario ha demostrado una versatilidad extraordinaria, dominando tanto las plataformas bidimensionales como tridimensionales con una consistencia asombrosa. Grand Theft Auto transformó la narrativa en mundos abiertos, mientras que Final Fantasy redefinió repetidamente las posibilidades del género de rol.
Otras franquicias como Metal Gear Solid, Resident Evil y Halo han dejado huellas igualmente profundas en sus respectivos géneros. La capacidad de estas sagas para reinventarse manteniendo su esencia fundamental explica su duradera presencia entre los títulos más aclamados por la crítica especializada.
Los videojuegos de plataformas ocupan un lugar especial en el corazón de la crítica, particularmente las creaciones de Nintendo como Super Mario. Su accesibilidad inicial combinada con una profundidad mecánica que permite la maestría ha resultado en experiencias que perduran décadas después de su lanzamiento.
Los juegos de rol (RPG) aparecen frecuentemente gracias a su capacidad para combinar narrativas complejas con sistemas de progresión satisfactorios. Desde los JRPG como Final Fantasy hasta los occidentales como The Elder Scrolls, este género ofrece algunas de las experiencias más memorables del medio.
Los títulos de disparos en primera persona (FPS) como Half-Life 2, Bioshock y Doom revolucionaron la inmersión y establecieron nuevas formas de narración interactiva. Los juegos de puzles, encabezados por el inmortal Tetris y el innovador Portal, demuestran que la elegancia del diseño puede superar las limitaciones técnicas.
Esta diversidad de géneros ilustra cómo la excelencia en los videojuegos trasciende las convenciones formales, encontrando expresión en múltiples formatos y estilos de juego.
La historia de los videojuegos está marcada por títulos que no solo destacaron por su calidad, sino que transformaron fundamentalmente las expectativas y posibilidades del medio. Estos juegos revolucionarios sentaron las bases sobre las que se construiría el futuro de la industria.
Pong, con su simplicidad elegante, estableció los fundamentos del videojuego comercial en 1972. Space Invaders popularizó el género de los "marcianitos" y creó la primera fiebre auténtica de los videojuegos, mientras que Pac-Man transformó los videojuegos en un fenómeno cultural global que trascendió los arcades.
Super Mario Bros. no solo salvó a la industria tras el crash de 1983, sino que definió el género de plataformas con una precisión que sigue siendo referencia. Tetris demostró que los conceptos más simples podían generar la adicción más profunda, convirtiéndose en el rompecabezas más universalmente reconocido.
Doom revolucionó los shooters en primera persona con su velocidad frenética y diseño de niveles ingenioso, mientras que Grand Theft Auto III definió el concepto moderno de mundo abierto con su libertad sin precedentes. Estos títulos no solo fueron excelentes juegos, sino puntos de inflexión históricos que redefinieron lo que los videojuegos podían y debían ser.
La época dorada de los 8 y 16 bits representa un periodo de extraordinaria creatividad en la industria, donde las limitaciones técnicas incentivaron soluciones innovadoras y diseños elegantes. Muchos de los títulos de esta era no solo resisten el paso del tiempo, sino que siguen siendo referentes de excelencia en diseño de juego.
Super Mario Bros. 3 perfeccionó la fórmula establecida por su predecesor, añadiendo variedad y profundidad sin sacrificar la accesibilidad. A Link to the Past estableció la estructura definitiva de la saga Zelda, con su magistral combinación de exploración, combate y resolución de puzles. Super Metroid creó una atmósfera inigualable de aislamiento y descubrimiento que definió el subgénero "metroidvania".
Los JRPG vivieron su edad dorada con títulos como Chrono Trigger y Final Fantasy VI, que demostraron el potencial narrativo del medio con historias épicas y personajes memorables. Street Fighter II revolucionó los juegos de lucha, estableciendo convenciones que perduran hasta hoy.
Estos juegos demuestran que la excelencia trasciende las especificaciones técnicas. Sus desarrolladores aprovecharon las limitaciones para crear experiencias enfocadas, donde cada elemento cumplía un propósito específico en servicio de la jugabilidad y la inmersión. Esta economía de diseño explica por qué siguen siendo disfrutados por nuevas generaciones de jugadores.
La transición de las dos a las tres dimensiones en los años 90 representó quizás el cambio más significativo en la historia de los videojuegos. Los desarrolladores se enfrentaron al colosal desafío de reinventar géneros enteros en un nuevo espacio, creando desde cero el lenguaje del diseño tridimensional.
Super Mario 64 lideró esta revolución con maestría, estableciendo conceptos fundamentales como el control de cámara y la navegación espacial que siguen siendo la base del diseño 3D. Ocarina of Time llevó esta evolución aún más lejos, creando un mundo coherente y sistemas de combate que definirían las aventuras de acción durante décadas.
Metal Gear Solid fusionó cinematografía y jugabilidad de una forma nunca vista, mientras que Final Fantasy VII demostró que las narrativas complejas podían beneficiarse enormemente de las nuevas posibilidades visuales. Títulos como Quake y GoldenEye 007 establecieron las bases para los shooters modernos en primera persona.
Lo extraordinario de esta era fue que los desarrolladores no solo adaptaron géneros existentes al 3D, sino que descubrieron posibilidades completamente nuevas que serían imposibles en dos dimensiones. Estos pioneros digitales navegaron un territorio inexplorado, estableciendo principios fundamentales que seguimos utilizando tres décadas después.
Los juegos de disparos en primera persona han experimentado una notable evolución desde sus orígenes, transformándose de simples galerías de tiro a complejas experiencias narrativas y competitivas. Esta evolución está representada por varios títulos considerados obras maestras absolutas del medio.
Doom estableció los fundamentos con su ritmo frenético y diseño de niveles laberíntico, creando una experiencia visceral que compensaba su limitada narrativa. Half-Life revolucionó el género al integrar la historia directamente en la jugabilidad, sin interrumpir nunca el control del jugador con cinemáticas tradicionales.
Halo: Combat Evolved transformó los shooters para consolas con controles intuitivos y un sistema de combate que equilibraba perfectamente armas, vehículos y enemigos. Call of Duty 4: Modern Warfare reinventó la narrativa militar con su impactante campaña y estableció un nuevo paradigma para el multijugador competitivo.
Bioshock demostró que el género podía albergar reflexiones filosóficas complejas, mientras que títulos más recientes como Titanfall 2 y DOOM (2016) han rejuvenecido la fórmula con mecánicas innovadoras que mantienen la esencia del género. Esta constante reinvención explica por qué los FPS siguen dominando tanto la crítica como el mercado comercial.
Los juegos de rol han experimentado una evolución extraordinaria desde sus orígenes inspirados en Dungeons & Dragons. Las diversas interpretaciones del género han producido algunas de las experiencias más aclamadas por la crítica, combinando sistemas profundos con narrativas memorables.
Final Fantasy VII representó un punto de inflexión para los JRPG, llevando el género a audiencias masivas con su épica historia y espectaculares secuencias cinemáticas. Chrono Trigger destacó por su innovador sistema de combate por turnos y su narrativa no lineal con múltiples finales, estableciendo nuevos estándares narrativos.
En Occidente, títulos como Baldur's Gate sentaron las bases del RPG moderno, mientras que The Elder Scrolls V: Skyrim perfeccionó la fórmula de mundo abierto con una libertad sin precedentes. The Witcher 3 elevó el listón narrativo con su complejo sistema de decisiones morales y personajes extraordinariamente desarrollados.
Mass Effect 2 fusionó perfectamente elementos de RPG y acción en tercera persona, demostrando cómo las mecánicas de progresión podían integrarse en géneros tradicionalmente separados. Estos juegos han expandido las posibilidades narrativas y mecánicas del género, creando experiencias inmersivas que permiten a los jugadores forjar su propio camino en mundos meticulosamente construidos.
Los mundos abiertos representan una de las evoluciones más significativas en el diseño de videojuegos, ofreciendo libertad sin precedentes y permitiendo a los jugadores crear sus propias historias dentro de universos meticulosamente construidos. Ciertos títulos han redefinido completamente nuestras expectativas sobre lo que estos mundos pueden ofrecer.
Grand Theft Auto III revolucionó el concepto con su Liberty City tridimensional, donde los jugadores podían moverse libremente y afectar el mundo de formas anteriormente imposibles. Red Dead Redemption llevó esta fórmula al salvaje oeste, añadiendo una capa de autenticidad histórica y profundidad emocional que elevó el género.
The Elder Scrolls V: Skyrim creó un mundo nórdico extraordinariamente atmosférico, mientras que The Witcher 3 llenó sus tierras de personajes creíbles y dilemas morales complejos. Sin embargo, Breath of the Wild quizás representa la mayor revolución reciente, replanteando fundamentalmente cómo los jugadores interactúan con el entorno mediante sistemas físicos coherentes.
Estos juegos han establecido que los mejores mundos abiertos no son simplemente grandes, sino densos, coherentes y reactivos a las acciones del jugador. Su éxito ha influido en prácticamente todos los géneros, con elementos de mundo abierto apareciendo incluso en experiencias tradicionalmente lineales.
Más allá del éxito comercial, ciertos videojuegos han sido celebrados por la crítica precisamente por romper con las convenciones establecidas y explorar nuevas posibilidades creativas. Estos títulos innovadores a menudo establecen tendencias que transforman la industria.
Portal reinventó el género de puzles con su mecánica central de portales interconectados, combinándola con una narrativa sorprendentemente profunda presentada con elegante sutileza. Shadow of the Colossus desafió las convenciones de los juegos de acción, eliminando enemigos comunes para centrarse exclusivamente en enfrentamientos épicos contra colosos majestuosos.
Undertale subvirtió brillantemente las expectativas de los JRPG tradicionales, cuestionando la naturaleza misma de la violencia en los videojuegos con su sistema de combate basado en el diálogo. Disco Elysium eliminó por completo el combate tradicional, creando un RPG puramente conversacional con una profundidad psicológica y política sin precedentes.
Journey demostró que los videojuegos podían evocar emociones complejas a través de mecánicas simples y comunicación no verbal. Estos títulos representan la vanguardia creativa del medio, expandiendo constantemente los límites de lo que los videojuegos pueden lograr como forma artística.
La capacidad de los videojuegos para contar historias ha evolucionado enormemente, pasando de simples excusas para la acción a narrativas complejas que aprovechan la interactividad única del medio. Ciertos títulos destacan por haber elevado las posibilidades narrativas de los videojuegos.
The Last of Us estableció nuevos estándares para la caracterización y el desarrollo emocional, creando una relación creíble entre Joel y Ellie que evoluciona orgánicamente a lo largo de su apocalíptico viaje. BioShock utilizó brillantemente la interactividad para cuestionar la ilusión de elección del jugador con su inolvidable giro argumental.
Silent Hill 2 exploró temas de culpa y castigo a través del terror psicológico, creando una experiencia perturbadoramente personal. Red Dead Redemption 2 construyó un relato épico sobre el fin del salvaje oeste, con personajes extraordinariamente desarrollados y un mundo que responde coherentemente a sus acciones.
Estos juegos demuestran que las historias más poderosas en los videojuegos no son simplemente aquellas que imitan al cine, sino las que integran la narración directamente en la jugabilidad, permitiendo que las acciones del jugador contribuyan significativamente al impacto emocional de la historia. Esta fusión única de narración e interactividad representa la contribución más distintiva de los videojuegos al panorama narrativo contemporáneo.
Los videojuegos de puzles representan algunas de las experiencias más destiladas y elegantes del medio, desafiando el intelecto de los jugadores con mecánicas precisas y reglas claramente definidas. Los mejores ejemplos del género destacan por su aparente simplicidad que esconde una profundidad sorprendente.
Tetris permanece como el puzle definitivo, con una mecánica tan intuitiva que puede aprenderse en segundos pero lo suficientemente profunda para sustentar décadas de juego competitivo. Su diseño perfecto trasciende barreras culturales y generacionales, manteniendo su relevancia más de 35 años después de su creación.
Portal revolucionó el género al trasladar los rompecabezas a un espacio tridimensional, desafiando a los jugadores a repensar sus concepciones sobre la física y la navegación espacial. The Witness, de Jonathan Blow, creó un mundo entero dedicado a la evolución orgánica de sus mecánicas de puzles, enseñando a los jugadores un nuevo lenguaje visual sin utilizar una sola palabra.
Baba Is You representa una de las innovaciones más recientes, permitiendo a los jugadores manipular las propias reglas del juego como parte del rompecabezas. Estos títulos demuestran que los puzles más elegantes no requieren gráficos espectaculares o narrativas complejas, sino sistemas coherentes que desafíen satisfactoriamente nuestra capacidad de resolución de problemas.
El auge de los desarrolladores independientes ha revolucionado el panorama creativo de los videojuegos, permitiendo visiones artísticas personales que serían imposibles dentro de las estructuras tradicionales de la industria. Varios de estos títulos han recibido un reconocimiento crítico comparable o superior al de las superproducciones AAA.
Hollow Knight creó un extenso mundo subterráneo rebosante de misterio y desafío, demostrando que un pequeño equipo podía crear una aventura de exploración con la profundidad y pulido de las mejores sagas. Celeste combinó plataformas precisas con una conmovedora historia sobre superar la ansiedad y la depresión, conectando directamente sus mecánicas con su mensaje.
Hades redefinió los roguelikes con su innovadora integración narrativa, donde cada derrota avanza una historia coherente sobre familia y destino. Undertale desafió las convenciones de los JRPG con su sistema de combate basado en el diálogo y su metacomentario sobre la naturaleza de los videojuegos.
Estos títulos independientes demuestran que algunas de las experiencias más innovadoras y significativas del medio no requieren presupuestos millonarios, sino visiones creativas claras y una comprensión profunda de las posibilidades únicas de los videojuegos como forma de expresión artística. Su éxito ha expandido las expectativas sobre lo que los videojuegos pueden lograr narrativa y mecánicamente.