No sería Fidel Albiac
Los verdaderos ángeles salvadores de Rocío Carrasco
La hija de Rocío Jurado ha confesado quiénes fueron los que realmente le salvaron la vida.Mucho se ha dicho en la serie documental “Rocío. Contar la verdad para seguir viva”. Es que allí Rocío Carrasco finalmente pudo desquitarse de tantos años de silencio y de pena interior. La procesión se lleva por dentro dice el refrán, pero ya era hora de hacerla pública.
Poco a poco fueron cayendo uno por uno todos los que, alguna vez, estropearon la vida de Rocío Carrasco. Sin dudas uno de los episodios que más marcaron la serie fue cuando la ex presentadora confirmó que, efectivamente, hubo un día en que ella había decidido dejar de vivir.
Fue en el año 2019 cuando Rocío Carrasco vio a su hija, Rocío Flores, defender a su padre. Los motivos para continuar viviendo eran insuficientes para ella. Tomó unas píldoras y las ingirió hasta prácticamente perder el conocimiento.
Esas declaraciones fueron una de las más conmovedoras de toda la serie, lo que sembró una pregunta implícita en si eso realmente se podría haber evitado. Lo cierto es que fueron dos ángeles custodios los que salvaron su vida, no así Fidel Albiac.
La pareja tenía dos perros de raza rottweiler. Ambos recibían temprano a la mañana su matutina dosis de cariño por parte de Rocío y Fidel. Sin embargo, aquella mañana del 5 de agosto de 2019, Rocío Carrasco no se levantaba de la cama y su esposo no se había percatado de ello. Pero quienes sí advirtieron la ausencia de cariño fueron los caninos.
Porque cuando yo digo que es Fidel el primero que va al dormitorio porque no me levanto, él va al dormitorio porque los perros están aullando y ladrando de una forma muy peculiar. Mis perros.
Con un ladrido ensordecedor y los aúllidos que partían la casa, Fidel se acercó hasta el cuarto donde dormía, casi inconsciente, Rocío Carrasco. Fue ese insoportable sonido de los perros el que llamó la atención del letrado y puso en advertencia sobre lo que estaba pasando.
El resto de la historia ya sabemos cómo de desarrolló. Ella fue al hospital, ya se sentía mejor, y luego fue dada de alta voluntariamente. Desde allí empezó un verdadero tratamiento y su vida cambió para siempre. A casi dos años de ese día en que volvió a nacer, Rocío Carrasco no es la misma mujer, ni para sí misma ni para la opinión pública.