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Los obstáculos que superaron la Reina Isabel y el Príncipe Felipe en su historia de amor

Recientemente se revelaron algunos detalles de los sucesos ocurridos horas antes del histórico evento.
miércoles, 14 de abril de 2021 · 05:00

Al tratarse de uno de los eventos más importantes para la monarquía británica, nada más y nada menos que la boda de la Reina Isabel y el Príncipe Felipe, ese día hubo un gran despliegue de empleados de la soberana desde el palacio de Buckingham hasta la abadía de Westminster para la organización de tamaño suceso.

El 20 de noviembre de 1947 fue sin dudas uno de los momentos históricos que no solo recordarán los ciudadanos británicos, sino personas de todo el mundo. Si bien todo salió como había sido planeado, recientemente algunos portales de noticias revelaron que el casamiento no estuvo exento de contratiempos.

Incluso, hay quienes aseguran que algunos infortunios inesperados que sucedieron durante ese día pusieron en peligro la ceremonia matrimonial de la Reina Isabel y el Duque de Edimburgo. Sin embargo, se encuentran también aquellas personas que dicen que esas contrariedades fueron un buen augurio para la pareja que estuvo casada 73 años, hasta que el viernes 9 de abril falleció el Príncipe Felipe.

Retomando el tema de los percances que habrían puesto en riesgo la boda de la monarca británica, en primer lugar descubrieron que la tiara que debía llevar la Reina estaba rota. Recordemos que una de las reglas del protocolo de la realeza es que las mujeres deben usar en los eventos especiales una tiara de la familia. Según publica la revista "Vanity Fair", la pieza seleccionada para esta ocasión era una reliquia llena de diamantes de la abuela de la novia.

Lo que ocurrió es que horas antes de que la Reina Isabel hiciera su entrada triunfal en la abadía de Westminster, la tiara que debía usar se rompió. Esto hizo que los nervios comenzaran a invadir a la soberana, quien ya sentía, con el correr de las horas, la presión de que no podía faltar ese elemento fundamental en su vestuario pues su boda sería la primera que se emitiría por televisión en todo el mundo.

Además, otro detalle no menor es que toda su vestimenta estaba diseñada acorde a los detalles de la valiosa joya, motivo por el cual, dos horas antes de la ceremonia real, concediendo los deseos y pedidos de la Reina, el joyero de la corte rápidamente le hizo un arreglo para que pudiera lucir la tiara en uno de los días más importantes de su vida. 

Pero eso no fue todo. A último momento, la soberana recordó que se había olvidado un collar de perlas que sus padres le habían obsequiado con motivo del enlace en St. James Palace, donde se encontraban el resto de los regalos de boda. Lo cierto es que el collar podría resultar tentador para quien se encontrara con él, por lo que un secretario privado fue rápidamente a rescatarlo. También hubo problemas con el ramo, un bouquet de orquídeas blancas que nadie hallaba hasta que les avisaron que un asistente lo había colocado en una hielera para que no se marchitara. Y, por si fuera poco, la demora de Winston Churchill y su esposa para llegar a la abadía hizo que la ceremonia se retrasara.

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