El terrible dolor que impide a la Reina Sofía sonreír incluso en sus mejores días

La vida de la Reina Sofía nunca fue fácil, ni en en su infancia en Grecia ni durante su juventud, mucho menos cuando se casó con Juan Carlos. Sin embargo, ella fue educada para el sacrificio y se le otorgó una de las responsabilidades más grandes, servir a la corona española. 

Por eso, desde que se unió en matrimonio con él, se entregó de manera incansable a esa labor, con convicción para que los españoles tuvieran respeto por la monarquía. Pero, hasta el día de hoy, la monarca debe lidiar con un gran dolor por haber dejado de lado muchos de sus sueños.

En los últimos años mucho se escribió acerca de la farsa que fue la unión de Don Juan Carlos y la Reina Sofía de cara a la opinión pública, especialmente después de que se destaparan las numerosas infidelidades a las que el padre del Rey Felipe sometió a su esposa.

Lo cierto es que la monarca española tampoco fue mujer de un único hombre, tal como lo desveló Pilar Eyre en Lecturas. Ella también tuvo un amor con el que podría haber cambiado la historia de España. 

Eyre, periodista especializada en realeza, contó que cuando Juan de Borbón planeaba que su hijo se casara con una de las hijas de los reyes Pablo y Sofía, la Reina Sofía estaba perdidamente enamorada del apuesto, pero inexpresivo, príncipe Harald de Noruega.

Una noviazgo que, según Pilar, la prensa trataba como una relación prometedora que terminaría en boda. Pero nada estaba más lejos de la realidad. "La princesa sufría horriblemente porque Harald, de quien estaba enamorado de verdad, era de una sencilla modistilla de Oslo llamada Sonia, y a ella la utilizaba solamente de tapadera", aseguró la periodista.

Era un amor imposible, el terreno ideal para que Juan Carlos la convenciera de unirse en matrimonio y se convirtiera en la Princesa de España.