La desesperada estrategia que habría utilizado Charlène de Mónaco para retener a Alberto

Charlene de Mónaco viajó a Sudáfrica por una causa noble. La caza de rinocerontes comprometía demasiado a la esposa de Alberto y fue por eso que emprendió su viaje, aun sabiendo que su zona bucal no estaba del todo recuperada. Poco antes de viajar, la Princesa se realizó una intervención quirúrgica y ese fue el principio del fin.

Las cosas no volvieron a ser las mismas en el Palacio de Mónaco. Con la partida de Charlene sin fecha de retorno, la agenda real debió mantenerse firme en sus compromisos, haciendo caso omiso a su ausencia. Esté o no esté la Princesa, “el show debía continuar”.

El silencio ha jugado una muy mala pesada y al parecer, se ha cobrado nuevas víctimas. No son suficientes las aclaraciones que ha hecho Charlene de Mónaco contando su situación. Los rumores de separación matrimonial crecen desmedidamente y nadie sale a aclarar qué pasa. A todo esto, nos preguntamos, ¿qué es lo que está pasando?

Atención con esta nueva teoría. Resulta que el periodista Stéphane Bern, redactor del medio Paris Match, instaló la presencia de una mujer llamada Dawn Earl. Vosotros se preguntarán, ¿quién es esta dama?

Aparentemente, es una adivina que se encarga de predecir la suerte de Charlene de Mónaco. Una persona muy importante para el destino y las decisiones de la Princesa, quien según el periodista: “no toma la más mínima decisión sin el consejo de una adivina. La temida Dawn Earl es conocida por ser una profetisa sudafricana que sobrevivió a una secta australiana”.

A esta teoría se suma una nueva fuente, por parte del medio Woman's Day quien dice que la querida de Alberto "ha dejado su futuro en manos en el esotérico estudio de los números, incluso llegando a implicar a Alberto. Antes de atender cualquier evento real, Charlène consulta a su númerologa, a veces en el último minuto, para decidir si va o no. Si los números no están alineados a su favor, Charlène simplemente no acude".

Con esto, entonces debemos de comprender que Charlene de Mónaco sabía su destino y aun así quiso tomar ese avión, ¿casualidad? No lo creo.