CAÍDA LIBRE

Las zancadillas en la vida de Julián Contreras que no podría superar

No basta solo con ser hijo de Carmina Ordóñez.
sábado, 20 de noviembre de 2021 · 09:24

Creció rodeado de la fama de su madre. Fue el menor de todos los hermanos y, por ende, el más malcriado. El asunto fue que cuando Carmina Ordóñez falleció, Julián Contreras pasó a estar mucho más desprotegido. Tuvo que formarse el camino a cuestas y fuerza de voluntad propia.

Lo hizo, pero algunas cicatrices quedaron tatuadas en su piel. Hoy Julián Contreras toca puertas a cada editorial adónde va para que le ayuden a publicar una trilogía para adultos. Le rechazan por no ser una mujer, género que domina ese campo de la industria los últimos años.

Decepcionado pero acostumbrado al sabor de la derrota, Julián Contreras no baja los brazos y analiza la posibilidad de editarse a él mismo y lanzar el producto al mercado. Quiere progresar ya que lleva 5 libros en su haber, todos sin mucho éxito. Pero no está dispuesto a darse por vencido.

Julián Contreras, al igual que sus hermanos Francisco y Cayetano Rivera, vivieron con la sombra del estigma de su madre. Es que Carmina Ordóñez fue una mujer indomable para la época. Su libertad y forma de ver la vida hoy serían la bandera de un gran colectivo, pero en su momento causaba incomodidad y rechazo.

La Socialité falleció en 2004 por causa de una sobredosis. Esa marca irreparable acompañó a sus hijos durante toda su vida. El estigma estaba presente. Carmina era una persona con problemas, como cualquier ser humano, pero también se destacaba. Sabía ser espontánea, auténtica, orgánica y fresca con su personalidad. Jamás se escondió.

Es quizás esa la mejor cualidad que Julián ha heredado de su madre. Conociendo su pasado, con todos los pros y contra, el benjamín de la Socialité inspira su camino profesional en su historia, pero también en su resiliencia.

La psicóloga Patricia Faur dice que “ser resiliente es poner en marcha mecanismos yoicos, recursos que se tiene y otros nuevos que surgen como resultado de una adversidad, y salir de la experiencia transformado positivamente”. Sería algo así como “exorcizar el destino”, lo que en Julián veríamos como una práctica constante.