El impensado romance de Rocío Jurado que solo unos cuantos conocen

De Rocío Jurado se pueden decir muchas cosas, siempre abarcó las portadas de la mayor parte de los medios de comunicación por su gran talento e histrionismo arriba del escenario. Pero hubo un sector del arte al cual no pudo llegar, hiciera lo que hiciera, y no porque le hayan faltado oportunidades, sino porque, aparentemente, no le nacía.

Es muy común, incluso en la actualidad, ver a cantantes y bailarines que se lucen en la pantalla grande, pero este no fue el caso de la madre de Rocío Carrasco, tal vez porque no era su momento o las obras elegidas no eran las adecuadas para ella. Lo cierto es que aún no se saben los motivos, pero ella tenía claro que el cine no la representaba tanto.

De igual manera la artista tuvo el protagonismo y la estelaridad que se merecía en más de una ficción, algunas de las películas en las cuales se desenvolvió como una gran intérprete fueron rodadas entre 1963 y 1973: "El Cordobés", "En Andalucía nació el amor", "La querida", entre otras.

Tras pasar una temporada descansando de los sets de grabación Rocío Jurado volvió al ambiente cinematográfico en el año 1993 para protagonizar una historia ambientada en Cádiz, precisamente, en San Fernando, "La Lola se va a los puertos". En aquel momento se dio cuenta que lo suyo iba a ser el canto para toda la vida.

Tenía que enfrentarme a unos diálogos, a unos primeros planos sin cantar, hablando y dando más importancia a la expresión que a salir guapa. 

Es de público conocimiento que si algo le interesaba a Rocío Jurado era verse radiante, de hecho, para cada uno de sus espectáculos invertía más de un millón de pesetas, ella misma lo desveló en una entrevista: "Me gasto en vestuario un "kilo". Pensando en mi imagen y también en el público, creo que merece la pena".