NO TENÍA LÍMITES

El día que Rocío Jurado dejó de lado su orgullo y le suplicó a un gran amor que no la abandonara

La más grande siempre hizo todo lo que pudo si de amor se trataba.
sábado, 10 de julio de 2021 · 16:20

El chalé de La Moraleja fue correctamente bautizado por la prensa como Villa Jurado, pues se trataba del lugar en el mundo de Rocío Jurado y también el sitio elegido para comunicar el 14 de septiembre de 2004 la horrible noticia: le habían diagnosticado cáncer, situación que la llevaría a su deceso tiempo después.

En ese jardín ella vio crecer a sus hijos, ocurrieron reencuentros, lloraron penas y no por nada fue el escenario con el que Rocío Jurado comenzaba a despedirse. De todas formas, a ella jamás se la vio vencida, sino todo lo contrario, luchó con todas sus fuerzas hasta que la enfermedad se cobró su vida el 1 de junio de 2006.

Todos los que tuvieron algún lazo cercano con la más grande recuerdan Villa Jurado como el lugar en donde vive la esencia de la cantante. Siempre tenía las puertas abiertas para todos los cercanos a la familia, se organizaban reuniones y grandes almuerzos de domingo.

Fue ahí donde se plantaron Rocío Jurado y José Ortega Cano luego de su viaje por Colombia para presentar a Gloria Camila y a José Fernando como sus hijos. También es en el umbral de esa villa donde la cantante protagonizó el momento más humillante de su vida, pero por una buena causa.

Se trataba del día en que su primogénita, Rocío Carrasco se marchaba de la casa familiar para mudarse a la Argentina con un chico que tenía de profesión guardia civil, era justamente Antonio David Flores, el causante de tantos problemas en la vida de la hija de Rocío Jurado.

La más grande no estaba de acuerdo con que su hija se marchara así con apenas 18 años, le pidió de rodillas que pensara un poco más y que por favor se quedara, porque la decisión que estaba tomando era un error y Rocío Jurado lo sabía de antemano. Ella misma lo contaba con una versión escenificada: "Me 'jinqué' de rodillas para que no se fuera".