COMO ANILLO AL DEDO
La confesión de Joan Manuel Serrat sobre el único enemigo que le quedaría por vencer
El músico habló en profundidad sobre ciertos temas.
Joan Manuel Serrat es dueño de una mente maestra, no sólo es un hábil músico y compositor, sino que sus letras y canciones pueden ser muy bien comparadas con las de los mejores poetas que han existido a finales del siglo XX.
Por supuesto que para llegar a escribir de una manera tan bonita y profunda, Joan Manuel Serrat ha tenido que volverse un experto de las letras, y esto engloba desde historia, hasta literatura y también un poco de filosofía, lo que lo han llevado a tener las más profundas reflexiones.
Por suerte para sus seguidores y fanáticos de todo el mundo muy pocas veces son las que el cantautor español se ha negado a hablar con la prensa o brindar declaraciones que nos inviten a pensar nuestra forma de ver la vida, cada vez que lo ha hecho dejó las frases más motivadoras.
Sobre todo durante estos años, en los que la edad para Joan Manuel Serrat ya empieza a notarse y se da cuenta que ha vivido demasiadas cosas y cambios en su recorrido, tiene una mirada mucho más reflexiva y entendiendo que no se puede estar de acuerdo con todas las acciones tomadas a lo largo del camino pero que aún así debemos felicitarnos a nosotros mismos por algunas.
Nos viene muy bien para el contexto en el que estamos algunas palabras que Joan Manuel Serrat indicó hace unos cinco años atrás cuando explicaba que en los años setenta los seres humanos se creían capaces de cambiar el mundo pero el mundo demuestra siempre que es más fuerte, algo que viene como anillo al dedo en los tiempos que corren.
El gran enemigo que tiene nuestra sociedad es el miedo, el miedo a perder incluso lo que no tenemos, a perder cosas que aún no tenemos, aquellas que están mínimamente intuidas pero que no están consolidadas.
Joan Manuel Serrat también impulsaba a los jóvenes a que se mantuvieran unidos a pesar de todo puesto que era la única manera de seguir fuertes frente a todo. Las noticias a veces nos juegan una mala pasada, pero para Serrat debíamos siempre ver el lado positivo.
