SU GRAN DESEO

La espina en el zapato que Rocío Jurado no logró sacarse hasta el final de sus días

La más grande solo esperaba una cosa en la vida.
sábado, 11 de septiembre de 2021 · 09:17

Si había algo que caracterizaba a Rocío Jurado, era que emanaba un aura de amor, algo que muchos han estudiado y comprendido. Más allá de todos los logros musicales que fue cosechando gracias a su gran talento, existía un solo anhelo que deseaba que se mantuviera a lo largo de los años.

De todas las cosas que hacían feliz a Rocío Jurado, la principal era su familia, la había forjado con gran amor y siempre esperó que cuando ella no estuviera, se mantuvieran unidos pese a cualquier dificultad. De alguna manera, la artista era como la espina dorsal de todos, algo que se notó demasiado cuando falleció en el año 2006.

Justamente tres años antes de su muerte, la más grande se jactaba de haber conseguido lo que siempre quiso, mantener a su familia unida. En ese momento, estaba casada con José Ortega Cano, su hija Rocío Carrasco ya era mayor y criaba junto al torero los dos hijos que adoptaron: Gloria Camila y José Fernando.

Yo creo que hay un momento en el que la familia se tiene que apoyar y unir. Eso es lo que yo he vivido y ha sido tan maravillosa, me gustaría conseguir las mismas cosas que mi abuela Rocío. No sé si lo conseguiré, pero hasta ahora no llevo mal camino.

Por supuesto que cuando Rocío Jurado ya no estuvo más, los hechos comenzaron a hablar por sí solos: José Ortega Cano cayó en prisión, Rocío Carrasco se alejó de todos sus familiares y no volvió a tener más contacto con sus hermanos, tampoco con sus hijos, y Rosa Benito se divorció de Amador Mohedano; hasta un documental ha sacado a relucir varios secretos que a la cantante jamás le hubiese gustado que se sepan.

El peor miedo de Rocío Jurado se estaría haciendo realidad ahora mismo, hay quienes no pueden más que agradecer que ya no esté con vida para ver el desastre que hicieron los suyos, sobre todo porque ella era demasiado cercana a su público. De hecho, las puertas de su casa de Chipiona siempre estuvieron abiertas para conocerla más a fondo.

El último día de la vida de Rocío Jurado, mientras ya agonizaba en La Moraleja, sí estaban reunidos en torno a ella todos los que consideraba importante. Hoy, hay cosas que aún no dejan de sorprender, desde los cuadernos perdidos con cientos de testimonios de la más grande, su supuesto primer testamento y los problemas que parecen haberla llevado a no nombrar albaceas a su hermana Gloria y a su cuñado.