El cumpleaños de la Reina Isabel marcado por especulaciones sobre la sucesión del trono

Impenetrable, ingobernable y con una fe ciega en la institución que ella misma ha levantado con sudor y fiebre para que el mundo piense que siguen siendo útiles. La monarquía contemporánea no puede pasar por alto la figura de la Reina Isabel, la mujer que desde muy joven aprendió a dominar el trono y hoy cumple 96 años.

Su padre, el Rey Jorge VI -fumador empedernido-, falleció en 1952, cuando la Reina Isabel tenía solo 25 años. En esos momentos, ni siquiera estaba la figura de su prometido, el Príncipe Felipe. Tiempo más tarde, ante la necesidad de profundizar en la idea de la monarquía, se casó y tuvo a su legítimo heredero, el Príncipe Carlos.

Estuvo trabajando con más de 15 primeros ministros, protagonizó una guerra con Argentina por la soberanía de las Islas Malvinas y vivió tres muertes importantes en su vida: la primera fue su madre, luego Lady Di y, finalmente, su querido esposo, el Duque de Edimburgo. Hablamos de una mujer de hierro, firme ante sus convicciones y leal al servicio desde que fue nombrada como máxima Soberana.

Sin embargo, es imposible advertir que la luz se está extinguiendo poco a poco. Con 96 años encima, su cuerpo no resiste lo suficiente y hasta los mismos médicos le recomendaron cesar sus actividades presenciales, prácticamente cancelar los viajes y destinar mayor tiempo al descanso. Su salud está en juego y, por ende, el futuro de la monarquía.

Isabel II de Inglaterra se encargó de dejar bien asentada cuál es la imagen que quiere preservar de su legado. A la misa en honor a la memoria del Duque de Edimburgo se la vio entrar tomada del brazo de su hijo Andrés, acusado por presunto abuso y coima, pues pagó una millonaria cifra para no ir a juicio y enfrentar sus cargos.

Esto dejó claro que la Reina Isabel apoya a los suyos pese a todo, ejemplo que hemos visto a lo largo de todo su reinado. Basta solo con mencionar todo lo ocurrido con Lady Di, una de las pocas veces que han quebrado a Su Majestad. Tuvo que adaptarse a las reglas, cambiar para ser invencible y asumir los errores de su propia palabra.

“Cuando en la plenitud de los tiempos mi hijo Carlos se convierta en Rey, sé que le daréis a él y a su esposa, Camilla, el mismo apoyo que me habéis dado a mí. Y es mi sincero deseo que, cuando llegue ese momento, Camilla sea conocida como Reina Consorte mientras continúa con su leal servicio”, fue su última voluntad. La Reina Isabel sabe que pronto, por fuerza natural o de salud, tendrá que dejar el trono. A sus 96 años, no piensa dar el brazo a torcer.