HISTORIAS DE VIDA
El dolor que Lucía Bosé, la madre de Miguel Bosé, calló por años para proteger a su familia
La actriz no siempre fue de la misma forma que la recordamos.Si le preguntamos a los españoles sobre la imagen que tienen de Lucía Bosé, la gran mayoría dirá lo mismo: una mujer fuerte, empoderada y pragmática, con brillante cabello azul. Sin embargo, detrás de su personalidad extravagante y confrontativa, la madre de Miguel Bosé guarda varias historias conmovedoras, que no han hecho su vida nada fácil.
La más importante seguramente sea la experiencia que vivió junto al torero Luis Miguel Dominguín, que pese a los momentos felices, estuvo plagada de lágrimas e infidelidades.
Lucía y Luis Miguel se conocieron en 1955 y rápidamente sin ni siquiera haberse besado ya estaban haciendo planes de matrimonio. Así de fuerte había sido el flechazo. Tiempo después de sellar su amor, que se concretó en Las Vegas ese mismo año, fueron padres de Miguel Bosé y sus hermanas Lucía y Paola, pero durante el transcurso de ese matrimonio, él le fue infiel infinitas veces. ‘Doce años de infidelidades y sufrimiento’ describen quienes fueron cercanos a ellos.
Lucía Bosé pasó lo indecible al lado del torero, y lo perdonó en todas las oportunidades, que parecían no terminar nunca. "Entre las muchas razones por las que lo perdoné, estaba que yo conocía ese lado frágil de su personalidad que él nunca había manifestado. A pesar de todo, los que compartimos fueron años muy intensos, llenos de mil experiencias”, confesó la italiana en una ocasión.
Pero todo tiene un límite, y para la actriz fue Mariví Dominguín. “De la misma manera que tuve valentía para casarme con él, también la tuve para mandarle a la mierda”, afirmó la madre de Bosé con orgullo al rememorar su separación con el matador. Es que Lucía pilló a Luis Miguel Dominguín siéndole infiel con su propia prima Mariví, muchos años menor que él, y dijo basta de una vez y para siempre.
Tal era su rabia que prendió fuego la casa, un escándalo que rápidamente trascendió a la mirada pública pero, lejos de avergonzarla, le sirvió como un hito en su vida del que renació fortalecida como el ave fénix. De las cenizas de su matrimonio afloró una Lucía diferente, segura de sí misma y muy determinada a no aguantar más destratos en su vida. Tal vez sea por eso que todos la recordamos de esa forma, como una mujer de armas tomar, que priorizó su bienestar ante tanto sufrimiento.