Cuando hablamos de la Reina Letizia y la Reina Sofía, es imposible no conectar nuestros recuerdos con aquel episodio en la Catedral de Palma de Mallorca, donde la Emérita apartaba con fuerza el brazo de su nuera mientras la regañaba e impedía simultáneamente la toma de una fotografía con sus hijas, Leonor y Sofía.

Pero no es la única relación agrietada dentro de los Borbón. Basta solo con mencionar que las Infantas Elena y Cristina se han posicionado del lado de su padre en tiempos donde la monarquía corría serio peligro y eso perjudicaba a su hermano, el rey Felipe. Más hijas que hermanas fue la sentencia de un fuerte distanciamiento entre ellos.

Desacostumbrados estamos ya a las clásicas fotografías donde se veía a todos los miembros de la familia reunidos, rodeados de niños. En el medio, la Reina Sofía y, con suerte, el Rey Juan Carlos, cuyo rol siempre vaciló entre sus compromisos con su familia y esos asuntos más personales.

Cierto es que la única persona que insistió e insistió en la unión familiar siempre fue la Reina Sofía. La Emérita ha convocado, según intuyen algunos medios a los que adherimos, por primera vez desde hace mucho tiempo a sus tres hijos. No hubo fotografías, pues la estrategia de la Zarzuela es conservar el hermetismo de los esenciales de la realeza, pero Felipe, Cristina y Elena sí se habrían unido gracias a su madre.

Un puente de unión

La separación de la Infanta Cristina pudo tener que ver con que los hermanos se hayan vuelto a unir. Se sabe que Doña Sofía está siendo de gran apoyo para ella en estos momentos tan difíciles, aunque la única que hasta ahora no se ha pronunciado ha sido la Reina Letizia. Ni señales de dar un gesto de aliento a su cuñada.

No nos sorprende, pero sí sabemos que el deseo de la Reina Sofía es conservar algo del pasado, ese donde todos estaban reunidos bajo un mismo disparo fotográfico. La resistencia de la Emérita continúa siendo un terreno mucho más propicio. Ojalá lo logre porque, en lo que respecta a la Reina Letizia, la vara está demasiado alta.