Tamara Falcó (41 años) tenía muchas ganas de casarse. A pesar de la ruptura mediática y de haber causado todo un revuelo, decidió regresar con su novio. A ella no le importa que sus amigas lo hayan apodado “Íñigo Lo niega”, ya que ha decidido ser ella quién le dé una segunda oportunidad.

Ahora, la colaboradora de “El Hormiguero” experimenta un cambio físico que podría estar unido a su problema de salud, que la aquejó ya hace unos años: hipotiroidismo. En aquella época ella reconoció que tenía mucho estrés y tuvo que ponerse en manos de profesionales, por lo que este es el momento de aceptar el mismo tratamiento que hacían Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa (86 años) antes de separarse.

El problema que inquieta a Tamara Falcó antes de su boda

Además, la Marquesa de Griñón se prepara para el gran día de su boda con Íñigo Onieva. Algunos allegados señalan que la presión es tremenda. Y es que ante la llegada del “sí, quiero”, Tamara Falcó cuida cada detalle. Los amigos del novio preparan un viaje a Argentina para celebrar la despedida de soltero. Ante la inminente fecha, espera que el empresario no la vuelva a humillar e hizo una curiosa petición: solo pueden ir hombres y no habrá móviles.

Esta locura del matrimonio aunado a su trabajo como colaboradora la tendrían con problemas de alimentación. “No es que coma mucho, pero llevo una época feliz con mucho trabajo y comiendo a deshoras. Trabajar en un rodaje exige comer un poco a salto de mata”, dijo.

Tamara Falcó recurre a una vieja estrategia de su madre y Vargas Llosa

Tamara Falcó señaló en “El Hormiguero” que se unió a la legión de los que hacen ayuno intermitente. Su madre y Mario Vargas Llosa se alojaban cada año en la clínica Buchinger de Marbella para someterse a tres semanas de tratamiento. La idea es aguantar el ayuno terapéutico, pero también hay una opción para quienes no son tan fuertes y no pueden contener las ganas de comer.

Esta dieta a la que se sometían Isabel Preysler y el escritor Mario Vargas Llosa los ayudaba a curar su organismo y prevenir enfermedades cardiovasculares y del aparato digestivo. Al exigente tratamiento, en el que solo podían ingerir infusiones, caldos, zumos naturales y agua mineral, lo conjugaban con otras actividades que ofrece el centro para olvidarse del crujir del estómago.