La Reina Sofía se planta ante el peor gesto del Rey Juan Carlos

La relación de Bárbara Rey y el Rey Juan Carlos siempre ha sido una incógnita, pero las recientes revelaciones sobre la socialité dejan muchas pistas de su relación con el Emérito. Se conoce a Bárbara como una de las "amigas entrañables" del padre de Felipe, ella ha admitido que lo conoció de cerca.

Ha quedado para los cronistas revelar a lo largo de los años los entretelones relacionados con la socialité española y el exmonarca. Algunos dicen que les presentó Adolfo Suárez en la década de los 70 y desde allí habría empezado a surgir una amistad. “Señor, os presento a una amiga, Bárbara Rey. Es de Totana y actriz, pero tiene mucha clase”. Posteriormente, Bárbara Rey habría caído rendida a sus encantos. Ambos se encontraban seguido en la casa de Boardilla del Monte, en Madrid.

Pilar Eyre, periodista especializada en Realeza, ha sido otra de las que se ha atrevido a narrar esta historia de amor, la cual por supuesto que tuvo sus contrastes y ante la que la Reina Sofía tuvo que plantarse. “Sábado por la noche de un día de invierno de 1994. En el chalé de Bárbara Rey, el Vega Sicilia está a 17 grados. Ha puesto dos copas y un plato de Jabugo. Los Cohiba, en su caja metálica. Ella está sola, esperando a su amado. El hombre al que está esperando, su amor desde hace ya 16 años, es el rey de España”, narró Pilar Eyre en una de sus columnas relacionadas con la vida extramatrimonial del Rey Juan Carlos.

Como una especie de historia de ficción narrada dentro del contexto, la periodista suma: "A ella le gustaría poner velas, pero Juanito no quiere, dice que tiene poca clase".

Se conoce que el romance entre el Rey Juan Carlos llegó a saberse por su círculo más cercano y no eran un secreto para nadie sus escapadas, una traición que miraba de reojo la Reina Sofía, mientras cumplía funciones de Reina Consorte en aquella época. Además de Don Juan Carlos y Bárbara Rey, se veían dos o tres horas en el chalé de un amigo cerca de la Zarzuela. A veces los encuentros se suscitaban en Barcelona y en otras oportunidades ella le acompañaba en sus viajes. “La metían en la habitación del hotel y entonces la noche no tenía fin”, comenta Pilar Eyre sobre los encuentros.