OTRO GOLPE BAJO
La difícil historia de vida de Ana María, la fiel compañera y madre de Ana Obregón
La actriz vivirá una etapa muy difícil en su vida tras una nueva pérdida.
Ana Obregón recién estaba recuperándose de la muerte de su hijo, Álex Lequio, pues apenas se ha cumplido un año de su despedida a manos de un cáncer, y un nuevo tormento acaba de azotar su vida, poniendo todo patas para arriba. Ahora su madre también ha fallecido a la edad de 95 años.
La madre de Ana Obregón había estado internada en un hospital a mediados del mes de abril, aunque luego había sido dada de alta y regresó a su domicilio. Durante ese momento se habló mucho de que su salud era estable, pero la realidad era que la mujer ya había tenido varios sobresaltos hasta ese momento.
En el último tiempo la madre de la actriz sufrió un ictus en 2015 y un problema coronario en 2017. Ana María Obregón Navarro era una persona muy querida entre la prensa del corazón pero tampoco se conoce mucho de su vida. Lo cierto es que ella nació en una familia acomodada de la capital española.
Se trató de una de las jóvenes más sobresaliente de la alta sociedad de la posguerra: justamente fue en este círculo en donde conoció al padre de Ana Obregón, Antonio García, un joven que provenía de una familia humilde y excampeón de natación que se destacaba como empresario en la clase alta de la capital.
Ese flechazo fue instantáneo y tras un noviazgo lleno de cariño terminaron casándose en una boda que albergó a la más alta sociedad española. Ambos tuvieron cinco hijos: Ana, Celia, Amalia, Javier y Antonio, Gracias a Ana María, sobre todo por su tacto y comprensión, Ana Obregón consiguió que su padre le permitiera dejar la carrera en Biología para perseguir sus sueños y convertirse en actriz.
Esta complicidad entre madre e hija es la que llevó a Ana Obregón a invitar a su progenitora a todos sus eventos. El lugar materno siempre estaba lleno para apoyarla, por eso su rostro fue reconocido por toda la prensa. Sin dudas su partida será otro golpe bajo para la actriz, que deberá tener todas sus fuerzas para un nuevo año en el que terminará con pérdidas cercanas.