Cuestión de herencia

Amaia, la hija de Karlos Arguiñano, que estaría dispuesta a enaltecer el legado familiar

El chef no podría sentirse más orgulloso.
miércoles, 6 de octubre de 2021 · 05:15

Karlos Arguiñano y su esposa, María Luisa Ameztoy Alfaro, quien se dedica al rubro inmobiliario formaron una gran familia, fruto del amor que se tienen desde el año 1974 nacieron sus siete hijos, Eneko, Zigor, Karlos, Martín, Joseba, Amaia y María, algunos siguieron los pasos de sus progenitores en los negocios familiares, otros, por el contrario, decidieron abrirse camino por sí solos.

Karlos se dedica por completo al mundo audiovisual, aunque, actualmente está totalmente abocado a la fotografía, mientras que Amaia por su parte es especialista en telemetría, de hecho, ella misma confesó en una entrevista al diario Vasco que Karlos Arguiñano suele destacar entre bromas que jamás le gustó pertenecer al mundo hotelero gastronómico.

Mi padre dice que soy la única de sus hijos que sabe leer. Es que mis otros hermanos no han hecho ninguna carrera porque les ha gustado más lo de casa, salvo uno de ellos.

La consentida del chef televisivo volcó sus conocimientos en ingeniería y se destacó en el ambiente del motociclismo, tanto es así que colaboró con reconocidos equipos profesionales como, por ejemplo, Petronas Sprinta Racing o con el prestigioso piloto Jonas Folger, sin duda, lo que hace fue y es su gran vocación.

Sin embargo, jamás le temió a los retos y por eso fue que la profesional aceptó trabajar con Karlos Arguiñano en una de las empresas que más lo tiene entusiasmado, Bodega K5, la firma vinícola que el escritor lleva adelante en compañía de grandes amigos desde el año 2005 y en donde actualmente Amaia anhela el cargo de gerente.

Teniendo en cuenta que la vendimia se llevará a cabo las primeras semanas de octubre y que Karlos Arguiñano se muestra muy emocionado en estas fechas con la nueva cosecha, se pudo conocer que su heredera se dedica de tiempo completo a lograr los mejores vinos de la región, desde el análisis del producto hasta el embotellado, etiquetado y comercialización.

Al parecer, la ingeniera encontró su gran pasión en los viñedos, ubicados en Aia, precisamente a 300 metros de altitud frente al Mar Cantábrico y a poca distancia del parque Pagoeta, Guipúzcoa. Es justamente allí donde la joven emprendedora descubrió cómo agrandar el patrimonio económico familiar considerando las pocas ventas del 2020 y parte del 2021 por motivo de la crisis sanitaria a nivel mundial.

Actualmente, desde la Bodega K5 se colabora con los amantes del yoga, pues la joven planificó una estrategia para ofrecer el espacio adecuado a los practicantes de esta disciplina: "Ven por el yoga. Quédate por el vino y el aperitivo, también tendremos zumos cold pressed elaborados en Tidore Food", es la publicación que se puede apreciar en la cuenta de Instagram de la empresa. ¡Vaya idea visionaria!