SOLO ÉL LO SABÍA

La gran angustia que no le permitía a Camilo Sesto encontrar el sentido a la vida

El cantante en sus últimos años prefirió vivir en soledad.
sábado, 3 de julio de 2021 · 13:48

En sus últimos años, Camilo Sesto eligió vivir alejado de los escenarios, de la prensa y de todos los rumores que existían en torno a su persona. El cantante decidió refugiarse en su casa de Torrelodones donde él mismo aseguraba que encontraba paz y tranquilidad y podía seguir alimentando su gran pasión por las distintas ramas del arte, recordemos que en más de una oportunidad demostró que amaba la pintura. 

Su hogar contaba con todo lo necesario para que se sintiera cómodo y lejos de todo lo que podía causarle daño. Su chalet de Torrelodones contaba con piscina, grandes habitaciones decoradas con artesanías y objetos característicos de los años 80. 

Lo cierto es que la vida de Camilo Sesto, más allá de que era un personaje público, siempre fue un verdadero misterio. Cuando le preguntaban por su vida privada, él encontraba la manera de escapar de esos temas que parecían incomodarlo e incluso molestarlo.

La prensa rosa, durante años intentó relacionar al oriundo de Alcoy con varias celebridades poco conocidas y otras no tanto como Andrea Bronston, Lucía Bosé o Marcia Bell. Sin embargo, el artista nunca manifestó estar enamorado de ninguna de ellas, de hecho, nadie sabe si realmente tuvo una relación con ellas.

Camilo Sesto aseguró en varias ocasiones que él era un enamorado de la vida. “Yo soy el novio de la vida. Y la vida se ha enamorado de mí porque no me deja morir. La vida me permite momentos de felicidad, momentos de gozo, momentos románticos que uno aprovecha. Pero cada cual en su casa”, confesó en alguna de las tantas entrevistas que brindó a los medios.

Quizás, el cantante no encontró a la persona que lo deslumbrara y por eso eligió vivir en soledad. Incluso, Andrea en algún momento reveló cómo vivía el artista, quien tenía un espíritu al cual era difícil de llegar: "Me consta que Camilo, hasta que la enfermedad lo truncó, vivía a deshora, más solo que la luna, haciendo un horario de bohemio nocturno, con el reloj al revés del resto de mortales, madrugando a partir de mediodía y pillando el sueño casi al alba. A mí me llamaba algunas veces, a eso de las dos de la madrugada, o las tres, y sonaba su voz en el móvil como la de un resucitado. Solía llamar para contar que había escrito unos versos, o que había rematado un dibujo, y nunca podías apreciar, por su voz, si estaba triste, o alegre, porque Camilo vivía en artista, las veinticuatro horas de cada día, y no condescendía a debilidades".