DETRÁS DEL TELÓN

La triste realidad a la que se enfrentaba Camilo Sesto cuando se bajaba del escenario

El cantante tenía un modo extraño de vivir el éxito.
viernes, 30 de julio de 2021 · 11:30

Camilo Sesto es uno de los artistas más grandes que tuvo España. Gracias a su inigualable voz, su modo de expresarse y la manera en que escribía sobre sentimientos tan profundos como el amor, supo conquistar a varias generaciones que hasta el día de hoy lo recuerdan con homenajes, escuchando sus canciones o compartiendo aquellas frases inolvidables que pronunció en sus épocas doradas.

El alicantino, sin dudas, fue uno de los cantantes más prolíficos de su tierra. En su historial musical cuenta con más de 40 producciones discográficas, cientos de composiciones, varios discos de platino y millones de discos vendidos en distintas partes del mundo.

Además, Camilo Sesto era adorado por su público que se desesperaba cada vez que lo veía actuar. Sin embargo, aunque parecía tenerlo todo, el cantante sentía que algo le faltaba para poder ser feliz. De hecho, no permitía que toda esa fama que había cosechado desde sus inicios lo cegara. 

Algo que el oriundo de Alcoy llegó a manifestar en una de las tantas entrevistas que concedió a la prensa. Se trataba de una visión muy particular que tenía acerca de cómo vivir el éxito y que siempre lo acompañó. Unos pensamientos que eran interpretados por muchos como una especie de autosabotaje.

"En ocasiones en que todo parece ser brillante y maravilloso, cuando llego a mi casa con los oídos todavía llenos de aplausos y de gritos, utilizo un sistema muy particular para entristecerme, para recordarme a mí mismo que no siempre he tenido eso y que probablemente no durará toda la vida. Aunque no creo que el tal sistema sea transferible, que sirva para los demás, voy a describirlo", aseguró Camilo Sesto.


Me siento en un sillón, tenso todavía, busco en mi discoteca algunos fragmentos musicales que me resultan especialmente patéticos, que me ayudan a meditar, a sentirme menos eufórico y triunfador.

Quizás, Camilo Sesto no se dejaba llevar por sus momentos de gloria porque era consciente del lado oscuro que tiene el mundo de la fama, que así como un día puedes tocar el cielo con las manos, al siguiente puedes encontrarte en la ruina. "La mayor parte de estas piezas son tan breves como una canción y suelen bastarme para que me deshinche el globo de la inevitable vanidad del hombre en los escenarios. Es una especie del memento morí de los monjes antiguos, menos dramático pero igualmente efectivo, y tienen para mí la magia de transportarme a instantes o situaciones menos eufóricas de mi vida".