La persona que hizo sufrir a Rocío Jurado más que Ortega Cano y Pedro Carrasco

Rocío Jurado ha tenido una vida de cientos de éxitos, aunque así también amarguras, su vida podría tranquilamente convertirse en una película. De hecho,  aunque han pasado 15 años de su muerte siguen existiendo secretos a desentrañar de la más grande, como los que están a la vista con los documentales y especiales que ha hecho su hija, Rocío Carrasco.

Aunque si pensamos en la historia de Rocío Jurado encontraremos que tuvo dos hombres muy importantes, Pedro Carrasco, su primer esposo y con quien tuvo a Rocío Carrasco, y José Ortega Cano, con quien tuvo a Gloria Camila y a José Fernando, la misma persona que la acompañó durante el último tiempo de su vida.

Pese a que todo indicaría que las lágrimas de amor de Rocío Jurado fueron por alguno de los hombre de su vida, la realidad es que se debieron a alguien completamente distinto, quien le dolía como nada en el mundo. El diseñador de su vestido de boda con José Ortega Cano, Carlos Arturo Zapata, quien además fue su gran amigo, confirmó esta serie de situaciones.

Si el diseñador tiene que definir en pocas palabras a la más grande, lo hace diciendo que era: "¡Inmensa! Con una gran capacidad de amar y muy inteligente. Lo que sabía poca gente era su enorme nivel cultural: sabía mucho de filosofía e historia y era una persona con la que podías conversar de todo".

Pero quien le ha robado todas las lágrimas a Rocío Jurado no fueron Ortega Cano ni Pedro Carrasco, fue nada menos que Rocío Carrasco: "La niña le dominaba por el corazón y ella quizás no supo educarla. Tampoco era fácil: padres divorciados, una madre que por trabajo pasaba largas temporadas fuertes y una niña rebelde".

La persona por la que más ha llorado Rocío es por su hija. Sufría por lo de Antonio David y por muchas cosas: que se fuera a Argentina nada más cumplir los 18 años, el escándalo de la multa, el embarazo, luego el divorcio, el accidente...ha llorado mucho por su hija, la adoraba por encima de todo, y no le quedaba otra que aceptar lo que su hija quería y defender a quiénes estaban con su hija.