"Tamara Falcó: La Marquesa" se estrenó por todo lo alto en Netflix; a través de seis episodios se puede conocer a la diseñadora de una forma diferente, pues sus virtudes y debilidades son expuestas mientras intenta cumplir uno de sus sueños: montar un restaurante en tiempo récord en El Rincón, la mansión heredada por su padre. Para esto, cuenta con la ayuda de toda su familia, de hecho, Isabel Preysler, Mario Vargas Llosa e Íñigo Onieva tienen un especial protagonismo.

"Mi verdadera pasión la descubrí en las cocinas, por eso, me he propuesto abrir un restaurante", asegura la hija de la filipina, pero, pese a su gran sueño nada le resulta fácil, ya que debe prestar especial atención hasta los detalles más pequeños e incluso intentar demostrar a su madre que puede lograrlo: "Por si fuera poco, tengo que convencer a mi madre de que puedo hacerlo".

En este contexto, la colaboradora de "El Hormiguero" viajó a Nueva York, -ciudad que no visitaba hace mucho tiempo-, para elegir cómo será la decoración del nuevo emprendimiento que pretende llevar a cabo. En la gran manzana se encontró con Mario Vargas Llosa en uno de los espacios preferidos de ambos: una librería. Sucede que la Marquesa estaba indecisa si llevar un Flaubert o no.

El secreto de Mario Vargas Llosa

Allí fue donde Tamara Falcó desveló que Mario Vargas Llosa le recuerda a su pareja, Íñigo Onieva, puesto que ninguno de los dos "tiene pereza para nada", de hecho,ambos son muy inquietos. Inesperadamente, el Premio Nobel confesó a la hija de su pareja desde el año 2015 que tiene "fobia a las pepitas y a las aceitunas", tanto es así que jamás se comería un kiwi.

Sin duda la nueva producción audiovisual de Komodo Studios logrará convertirse en tendencia, más aún cuando Tamara Falcó dejó entrever sus planes de boda con Íñigo Onieva, aunque, para muchas personas se trataría de una decisión apresurada. Al respecto, la mismísima Isabel Preysler le advirtió a la madrileña que no está del todo capacitada para afrontar un compromiso de tal magnitud.

No me asustes. No seas boba. Todavía estás en la edad del pavo.