Desde que su ahora hijo reconocido publicara la postal de la reconciliación, Manuel Benítez (86 años) no deja de ser noticia. Si bien es cierto que es famoso desde siempre, no siempre ha estado en la palestra, mucho menos desde que decidió retirarse. Pero el buen vínculo con su retoño debe haberle recordado el significado de ser un hombre de quien todo el mundo quiere saber, pese a que él no quiera que todo sobre su vida se sepa.

Al maestro hay que reconocerle que fue un grande en su profesión, pero también que en la vida íntima no fue un señor ejemplar. En ese sentido, por ejemplo, Martina, la mujer que lo acompañó durante los últimos 50 años y quien es la madre de sus cinco hijos reconocidos, tuvo que soportar todo tipo de deslealtades y hacer la vista gorda como si nada sospechara. Aunque también hay quienes aseguran que ella es la responsable de que no reconociera antes a Manuel Díaz.

Más allá de las especulaciones, lo cierto es que la salida de Martina de la vida del oriundo de Córdoba sí coincide con una transformación muy evidente en él y con la aparición de una segunda mujer. Hablamos de María Ángeles Quesada, quien probablemente haya sido el gran amor de su vida. Se conocen desde hace más de 40 años y las circunstancias de aquel entonces podrían ser el argumento perfecto de una telenovela.

La prueba de que Manuel Benítez ha renacido

Según ha informado el portal Mujer Hoy en un interesante archivo recopilatorio, la pareja actual de Manuel Benítez en su juventud fue parte de un robo organizado a él y a su familia. Al parecer, María Ángeles era hija de uno de los dependientes de la finca del clan y allí encontró el modo de escabullirse en la casa para hurtar joyas y lo que hoy equivale a 600 euros en dinero en efectivo. Por ese hecho, María estuvo en prisión junto a su hermano, quien obró como su cómplice.

Todo el mundo se merece una segunda oportunidad.

Del mismo modo en que se cree que fue Martina quien mantuvo al espada alejado de sus hijos, se cree que es María Ángeles quien lo ha motivado a reconocer a Manuel Díaz. Al parecer ella es una mujer con los pies en la tierra, no quiere ser un personaje conocido y, desde ese lugar, le marca el camino a su enamorado. El cambio es evidente, innegable y ojalá se mantenga así durante el tiempo que le queda.

Desde abajo

Manuel Benítez es reconocido por el ascenso social que consiguió gracias a la tauromaquia. Es un ícono de la década de 1960. Siempre se caracterizó por su estilo inmóvil frente al animal y en su desempeño causaba emoción.