La deuda de Julio Iglesias nunca podrá saldar

Julio Iglesias, el cantante internacional de España, sigue siendo al día de hoy un personaje muy controversial. Por una parte, se mezcla su faceta artística, su música, sus canciones y su gran campaña de marketing y expansión en los Estados Unidos, tierra americana que supo conquistar a base de un minucioso plan y mérito.

Por otra parte, hablamos de un Julio Iglesias desde la perspectiva de la crónica rosa. Así como convocaban sus canciones, sus escándalos amorosos también lo hacían. Era un hombre sumamente guapo y atractivo, rodeado siempre de mujeres y lujos, ostentaciones y elegancias.

Hans Laguna es un escritor sociólogo y acaba de lanzar su libro “Hey, Julio Iglesias y la Conquista de América”, escrito donde analiza en profundidad el período en que el cantante se aventuró a conquistar un país que no compartía su lengua materna, miraba con prejuicio lo extranjero y desconocía por completo quién era aquel muchachito del esmoquin.

Hablamos de un tiempo donde no existían redes sociales ni YouTube. La música no estaba en Spotify o en alguna plataforma, por lo que había que sacar dinero del bolsillo para comprar un disco. Julio Iglesias, según Laguna, tuvo una impecable estrategia de relaciones públicas y de promoción, no solo por su música,  sino también por la tertulia.

Por supuesto que Julio Iglesias conocía su fama, sobre todo en España. La crónica rosa empezó a ver en él un diamante en bruto. Isabel Preysler, su esposa en aquel entonces, era otra de las gemas a sacar brillo. Todo servía para hacer resonar más y más el nombre de “Julio Iglesias”, pues mientras más eco se producía en España, más posibilidades tendría de abrirse paso en los Estados Unidos.

"Yo no conquisto nada. La conquista fue hace quinientos años. Yo canto, soy un cantante" repitió hace un tiempo Julio Iglesias en el programa de Phil Donahue, (cita aportada por el medio El Español). En una misma frase podemos leer quizás los pilares que más definieron al cantante en toda su vida: "la seguridad en su identidad y su espíritu progresista”.

Pero todo tiene un precio y Hans Laguna lo expresa muy bien en una entrevista con el medio El Español. Citando lo que alguna vez dijo Alfredo Fraile, ex manager del divo: “Julio era lo que hoy se llama un workaholic, alguien totalmente obsesionado con su trabajo y con crecer como artista. Uno de sus hijos decía que solo lo veían en casa una vez al mes, así que parece lógico que con este ritmo de trabajo y de vida no seas el mejor padre del mundo”. Nunca es suficiente. Hacen falta cientos de libros por escribir para analizar todo lo que significó Julio Iglesias. Trabajo, ambición, éxito y abandono familiar, todas palabras asociadas a un mismo nombre.